Hace un par de días leí un artículo en el que aseguraban que los miembros de mi generación (los nacidos a finales de los ochenta) eran personas nostálgicas por naturaleza. Según aquel estudio, esto se debía a que la rápida evolución de la tecnología nos hacía pensar en la época en la que no había internet ni teléfonos móviles, y que nos daba la sensación de ser mucho más lejana de lo que era en realidad. La nostalgia es también un buen reclamo publicitario, como podemos comprobar, y por eso podemos ver tantos remakes y reboots de películas que nos gustaron hace años. Sí, el mundo se ha movido muy rápido, y con él lo han hecho los límites del humor y también la forma de hacer películas. Muchos grandes cómicos de hace décadas se encuentran en horas bajas, y no había un profesional del humor como Eddie Murphy. Antes de su descenso a los infiernos con películas estúpidas donde interpretaba múltiples papeles, Murphy era toda una celebrar y un monologuista de primera, una de esas personas que crearon escuela. Y sus películas no se quedaron atrás.
Vestido con un traje de plástico de color morado y armado con una sonrisa, Murphy fue la inspiración de artistas con menos gracia como Chris Tucker o Chris Rock. Era un torrente de palabras, un improvisador nato cuyo carisma arrollador bastaba para llenar la pantalla. Superdetective en Hollywood es una película diseñada a su servicio, muy similar a todas las otras sagas de acción de la época pero haciendo énfasis en el humor y en las situaciones que iba montando él solo cada vez que se cruzaba con una persona en la calle. A pesar de todo no se trata de una comedia estúpida sino de una película interesante en la que también deja espacio para el dramatismo, una vena que también podría funcionarle, pero que explotó menos. Como el típico policía que no sigue el programa y con un pasado criminal, va librándose de matones a tiro limpio en una película sencilla y entretenida, realizada al más puro estilo de los años ochenta. Sí, hay tetas, bikinis y paseos por Beverly Hills, y creo que no está de más hacer un alto y revisar de vez en cuando películas de hace no tanto en las que la diversión sí era constante y donde nos encontrábamos con un humor más ácido y deslenguado del que podemos ver en cualquier película actual. No es nostalgia, es simplemente mirar para atrás y darnos cuenta de que si hay tantos reboots de películas como esta, (como la cuarta entrega de las aventuras de Axel Foley, programada para el año que viene) es por algo.
